La antropología detrás de las letras de “El príncipe”

 



Nicolás Maquiavelo a través de “El príncipe” quiere crear a un gobernante que sea ecuánime, que no piense lo que es mejor para algunos, sino lo que más conviene para su provecho y permanencia, y naturalmente para el Estado. Maquiavelo pretende crear una conciencia de Estado. Y recomienda hacerlo por los medios que sean necesarios. Envuelto en los consejos al príncipe se encuentra una visión del hombre, una visión antropología. En este ensayo buscaremos los principales indicios de esta antropología, basándonos en la visión general del hombre, las cualidades del gobernante y la moral presentes en “el príncipe”. 

 

Antropología en “el príncipe” 

 

En la antropología maquiavélica el hombre no es más que un ser llevado por el destino y de naturaleza imperfecta. Es además arrastrado por sus pasiones. El ser humano es voluble y manipulable. …Porque los hombres son ingratos, hipócritas, inconstantes e interesados” (Maquiavelo, XVII).  El gobernante debe conocer estas características humanas, con el objetivo principal de manipularlas. Este debe darse ciertas cualidades que le servirán para su tarea de usar a los demás a su antojo.  


El gobernante debe manipular el azar a su conveniencia. Este, que puede ver la condición humana puede también llevar con su voluntad y por camino propio el azar (Hirschberger, 1959, 398). Las personas comunes los ciudadanos o principados que no son capaces de comprender la forma de comportarse del hombre, están condenados al azar. A vivir sujetos a lo que le depare este. De forma que hay un determinismo que hace mecanicista la visión de Maquiavelo acerca del hombre.  

     Hay en “el príncipe” una sustitución de valores.  “…Porque el amor es considerado circulo obligado (para el príncipe), pero, por la triste condición humana, se rompe en toda ocasión de propia utilidad; mientras que el temor consiste en un miedo al castigo, miedo que no nos abandona nunca” (Maquiavelo, XVII). El hombre no es considerado en función de su humanidad, sino que por ella misma debe ser tratado con desprecio y ser oprimido (Reale, 2004, 120). 

     En la moral, el hombre debe despojarse de todo sentimiento de compasión, de dulzura, de amor, etc. Pues estos perturban el juicio práctico de quien gobierna y son esos los sentimientos que destruyen a los demás.  Los hombre aman por su voluntad o por capricho, y, por el contrario, temen según la voluntad del que gobierna, un príncipe prudente no debe contar sino lo que tenga por sí mismo…” (Maquiavelo XVII) Así que quien ha de gobernar debe apelar a esos sentimientos pero para beneficio propio. Ya que el amor es voluble y pasajero en el ser humano, es mejor valerse del temor.  

    El espíritu individualista es una nota característica del hombre en “el Príncipe”. “Casi todo el mundo es vulgo, juzga por las apariencias y solo atiende al éxito” (Maquiavelo XVIII), busca satisfacer solo la propia necesidad de ego y todos los demás no tienen valor. “El príncipe que procure el engrandecimiento del otro, labra su propia ruina…” Maquiavelo, III). El bienestar de los demás es relativo a las necesidades del gobernante. Este cuando quiere tener de su parte a los demás busca beneficio para ese.  

     Existe en “el Príncipe” una cualidad del ser humano que casi no es mencionada, y es su fuerza de voluntad y libertad. En repetidas ocasiones aconseja Maquiavelo que no debe oprimirse tanto el pueblo, pues este terminará por destruir su reinado. En otras palabras, poner al hombre maquiavélico entre la espada y la pared significa enfrentarse la fuerza de voluntad y libertad de este.  


Conclusión 

 

En su obra “El príncipe” Nicolás Maquiavelo ofrece un análisis político de la historia para su efectiva aplicación a la realidad que vive. Entremezclado en su pensamiento político encontramos una visión del ser humano, que constituye la antropología detrás de las letras de su obra. Sobre todo desde una visión pesimista del hombre.

Para Maquiavelo, en su obra todos lo hombre son malos y se dejan llevar por sus instintos. Las debilidades y las pasiones son elementos que integran al hombre maquiavélico. Esa parte la integra el común de las personas, pero también está quien preside el Estado, el príncipe. Este debe conocer las cualidades humanas y usarlas para obtener provecho. Estamos ante una concepción mecanicista de la humanidad. Así también quien gobierna debe reducir su sentido de moral y actuar en función a las circunstancias y a las necesidades propias: el individualismo. La misma condición humana es manipulable por ser imperfecta y los castigos a esta son vistos como normalidad en la búsqueda de conservar el poderío.  

 

Referencias 


Creado el 19 de septiembre de 2014 

Reale, Giovanni y Antiseri, Darío. (2004) Historia del pensamiento filosófico y científico. España, Herder, Segundo Tomo. 

Hirschberger, Johannes. (1959) Historias de la filosofía. España, Herder, Tomo I  

Maquiavelo, Nicolás (1970) El príncipe. España, Secretaria de Estado de Florencia. 

 

 

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